La mediación es otra forma de entender el mundo.
Si estás pensando en separarte y tienes hijos o patrimonio en común con tu pareja, lo mejor es acudir a una mediación familiar.
No tiene nada que ver con la terapia de pareja. La mediación es para conseguir un acuerdo de ruptura lo más favorable posible para todos los implicados, decidido por vosotros mismos.
Como se basa en el diálogo, a veces la pareja se arregla, pero no es ese el objetivo de la mediación familiar.
La mediación se hace entre las partes protagonistas de la historia y con un mediador. El mediador es un profesional formado en la materia, totalmente neutral e imparcial, que no va a asesorar jurídicamente, ni a aconsejar psicológicamente. Va a trabajar con las partes para que, con técnicas de comunicación, acaben hablando, dialogando y proponiendo cómo quieren su nueva vida hasta llegar a acuerdos con los que todos estén satisfechos. Sí, es posible. Sí, ocurre muchas veces.
Las partes son las que conocen a sus hijos, sus cualidades, los tiempos de cada uno, las necesidades de la familia, los gastos, etc.
Al inicio, el diálogo es apenas una sucesión de reproches y mirada al pasado. Pero poco a poco, el mediador va logrando que empiecen a mirar hacia el futuro. La ruptura ya se ha producido. Ahora hay que ver cómo queremos estar cada uno de nosotros y sobre todo, que los hijos estén lo mejor posible.
Hijos contentos de padres contentos. Esa es la clave.
Si se logran acuerdos, luego un abogado redacta el convenio regulador en base a esos acuerdos y se presenta al Juez para su ratificación.
Si no se logran, la vía para que negocien abogados o que decida el juez siempre quedará abierta.
Por eso la propuesta es empezar con la mediación como primera alternativa.
Pruébalo. No pierdes nada y puedes ganar muchísimo.